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España vive el mayor periodo democrático de su historia. En los últimos treinta y cinco años, la democracia española se ha afianzado y consolidado. Una de las principales conquistas ha sido el derecho al voto libre y secreto, con el que la ciudadanía elige, cada cuatro años, a sus representantes en las instituciones nacionales, autonómicas y locales, así como en las europeas.

Por añadidura, los españoles en este periodo también han sido convocados en referendos o consultas a pronunciarse sobre temas de especial interés (Reforma política en 1976, la Constitución en 1978, la pertenencia a la Alianza Atlántica en 1986, la Constitución Europea en 2004 o los diversos estatutos de autonomía, etc.).

Los partidos políticos aprovechan esas citas con las urnas para acercarse a los votantes y tratan de atraerlos con sus símbolos, candidatos y promesas. A través de sus lemas y grafismos vemos la evolución de los distintos estilos persuasivos, en función de las técnicas de comunicación y del progresivo asentamiento democrático de la sociedad española.

Esta exposición nos ofrece una muestra de las campañas electorales y referendos celebrados en esos 35 años, situándonos en la calle, desde la perspectiva de la ciudadanía. Se expone, por orden
cronológico, una selección plural de más de medio centenar de carteles y de cientos de pegatinas y objetos, todos originales, que «decoraron» las ciudades y los pueblos en aquellos años.

Carteles y objetos que pedían el voto para un partido o una coalición, o a favor o en contra de una propuesta de interés nacional.


En cuanto a los carteles, y para permitir que los visitantes se sitúen en los  distintos contextos sociopolíticos de la democracia española, se puede ver a algunos de los candidatos más representativos de las distintas etapas. Junto a líderes muy conocidos, que han llegado a gobernar el Estado (Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), aparecen algunos otros que también lo intentaron desde otros posicionamientos (Manuel Fraga, Santiago Carrillo, E. Tierno Galván).

Por otra parte, también aparecen algunos candidatos polémicos (Ruiz Mateos, e incluso el golpista Tejero, que se presentó en un intento de alcanzar la inmunidad parlamentaria, un año después de su intentona de golpe de Estado, etc.).

Como criterio de selección, se ha tenido presente la originalidad de la propuesta o la estética del dibujo, del mensaje o de la foto. Por tanto, son carteles que «dicen algo», de tal modo que se pueden leer los mensajes de entonces. Los mensajes de continuidad como el de «ucd, cumple»
(ucd, 1979), o «Vamos a más» (pp, 2000), junto con los mensajes de cambio («Por el cambio», lema del psoe, en 1982, y «Súmate al cambio», lema del pp, en 2011).

A los clásicos carteles con la imagen de los candidatos de referencia, el lema de campaña del momento y el anagrama del partido, se añaden otras opciones
gráficas más impactantes e innovadoras.

Muchas de las propuestas que aquí se exponen fueron, en su momento, una arriesgada apuesta comunicativa, mientras que otras pertenecen a grupos que aptaron por campañas más tradicionales y clásicas. Todas ellas son producto del trabajo de militantes, artistas gráficos, dibujantes y equipos de comunicación, y conforman una muestra de la historia de nuestras paredes.

Vemos dibujos de diversos artistas, comoGenovés y el Equipo Crónica, Quino,
José Ramón Sánchez, José Ramón Ballesteros, Cubrí, Agatha Ruiz de la Prada y otros muchos, que quedaron en el anonimato. Algunos escritores o intelectuales de entonces aparecen incluso como candidatos, como es el caso de Gabriel Celaya o Rafael Alberti.

Se observa que, con el tiempo, y especialmente en el caso de los grandes partidos, las campañas se vuelven más estudiadas y sobrias, llegando al elector por otros múltiples cauces.
El desarrollo de los medios de comunicación (radio, cine, televisión) y, más recientemente, la irrupción de las nuevas tecnologías (Internet, dispositivos móviles, etc.), acompañadas de las redes sociales (foros, blogs, Facebook, Twitter, Twenti, etc.), han transformado el escenario gráfico-comunicativo.
Se ha hecho especial hincapié en las primeras campañas (1977 y 1979), que,
por su lejanía, pueden despertar una mayor emotividad en las personas
que las vivieron o incluso servir para ilustrar «la lucha por la democracia»
ante el público más joven.

De las últimas elecciones generales (2011) se han elegido tres piezas, que
representan el bipartidismo (Rajoy y el pp, Rubalcaba y el psoe) y el «grito mudo» del artista Juan Martín Zarza, que irrumpió en la campaña junto a la movilización del llamado Movimiento 15M.

Muchos mensajes vienen también inscritos en objetos que se han regalado
o se han vendido en los mítines para financiar las campañas. Son los llamados
«gadgets o merchandising electoral».

Pegatinas, insignias, pines, chapas, calendarios, bonos de ayuda y llaveros
sirvieron para otorgar una identidad partidista a los electores. En los años
setenta, los objetos que causaban furor eran las cajetillas de cerillas,
los mecheros o los ceniceros, muy prácticos por entonces. Más adelante
aparecieron un sinfín de objetos, como calendarios, bolígrafos, naipes, discos,
casetes, vídeos, yoyós, puzles, botas de vino, linternas, navajas, lápices de
colores, tazas, maquinillas de afeitar, cubos de Rubik, etc. En varias vitrinas
se muestran ejemplos de la parafernalia electoral omnipresente en las campañas.


Al inicio de la transición se produjo también un auge de las películas de cine del género político, en un contexto de creciente interés por la política, amparado en la creciente libertad de expresión y prensa, y al calor del «destape». La recobrada pluralidad política y los comicios electorales tuvieron un indudable impacto en el cine. Por ello, en esta exposición también se dedica un pequeño apartado a carteles y fotocromos con escenas de algunas de esas películas. Se produjeron películas de desigual calidad que mostraban una novedosa democracia llena de caciquismos, tardofranquismos, corruptelas económico-políticas e inmoralidades de los personajes. Las elecciones también se reflejaron en ellas. La película El diputado (1978) de Eloy de la Iglesia, protagonizada por José Sacristán, nos muestra las contradicciones vitales de un político que «no sale del armario». Por su parte, el filme Vota a Gundinsalvo (1978), con Antonio Ferrandis, retrata a un candidato al Senado, desesperado por adaptarse a la democracia, mientras que Alcalde por elección (1976) y El alcalde y la política (1982), protagonizadas ambas por Alfredo Landa, son las que mejor reflejan, desde el humor, las primeras elecciones municipales. Años más tarde, El disputado voto del Sr. Cayo (1986), película basada en la obra de Miguel Delibes y con la actuación de Paco Rabal, nos muestra una visión más reflexiva de las elecciones generales de 1979.

http://35democraciaesp.blogs.cervantes.es/

Ramón Adell Argilés

Comisario de la exposición

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